domingo, 21 de febrero de 2010

Tratamiento para La obesidad localizada

La obesidad localizada es un tema relevante en el área de la estética corporal. En este contexto es fundamental definir la zona de la obesidad, demarcarla y valorarla. En principio debe tratarse de una persona de peso normal o bajo con áreas de acumulación de tejido adiposo.


Tratamiento de la obesidad localizada


• Liposucción tumescente
• Hidrolipoclasia ultrasónica
• Lipodisolución

La liposucción tumescente fue posible a partir de la anestesia tumescente que permite emplear jeringas y cánulas pequeñas (3 a 4 mm), aumentando la seguridad de la intervención. Del material extraído la mitad corresponde al líquido anestésico y el resto a tejido adiposo subcutáneo que puede emplearse para realizar injertos en áreas en las que se requieren. La liposucción tumescente es un procedimiento eficaz que remueve definitivamente la grasa redundante en única sesión. Entre las desventajas se menciona que requiere entrenamiento quirúrgico, el costo es elevado y conlleva los riesgos clásicos de la cirugía.

La hidrolipoclasia ultrasónica tiene un efecto mecánico y otro calórico. Por acción mecánica tiene efectos de compresión y descompresión molecular, lo que determina seudocavitaciones y genera radicales libres con muerte del adipocito. El efecto calórico (Joule) surge de la fricción molecular, desestabiliza las membranas y destruye las células adipocitarias. Se requiere para su aplicación un aparato de 3 MHz con penetración de 3 cm de profundidad, apropiado para llegar hasta el celular subcutáneo. La técnica requiere la inyección, con o sin anestesia, de un gran volumen de solución hipotónica. El dolor puede reducirse si, inicialmente, se aplica líquido mediante la técnica de tumescencia. Inmediatamente se aplica el ultrasonido de modo continuo con una intensidad de 3 W/cm2 por 5 a 10 minutos cada 100 cm2 y con un movimiento lento del transductor (tratamiento agresivo). El tratamiento se repite cada dos semanas y se necesitan hasta 8 sesiones. Se emplea un equipo sencillo con 1 a 2 transductores y el manejo también es simple. Es un procedimiento de consultorio que no requiere entrenamiento quirúrgico y sus riesgos son escasos. Pero, su eficacia se limita a casos leves a moderados, se requieren varias sesiones largas y se precisa una aparatología especial.

La lipodisolución requiere la inyección subcutánea (hipodermis) de fosfatidilcolina, al 5% (250 mg en 5 ml) y 50 mg de desoxicolato de sodio. Se aplican 0,1 o 0,2 ml según la zona cada 2 centímetro, con una aguja muy fina (30G). Se pueden emplear hasta 10 ampollas, máximo 100 ampollas. Las sesiones se repiten cada dos semanas y en la 4º ya son evidentes los resultados. Se pueden realizar hasta 12 sesiones. Se describen reacciones locales inmediatas de prurito, ardor, eritema y tardías (24 a 48 hs) con edema, dolor quemante, equimosis y nódulos en ciertas circunstancias. Eventualmente se han reportado reacciones colinérgicas. El postoperatorio requiere elastocompresión, compresas frías, ingesta abundante de líquidos y drenaje linfático manual.

Entre las complicaciones se menciona la hipodermitis causada por la aplicación de las inyecciones con escaso espacio intermedio produciéndose inflamación difusa. La necrosis cutánea se asocia a inyecciones en la dermis. Las infecciones suelen depender de la calidad del inóculo. Las depresiones cutáneas son consecuencia de aplicaciones desparejas. Está contraindicada en pacientes con enfermedades de base severas. El inóculo de estas inyecciones contiene, también, desoxicolato de sodio. Experiencias de Adam Rotunda de Los Angeles y de Ado y Cucé de San Pablo, demuestran un efecto necrotizante sobre lipomas del deoxicolato de sodio al 1%.

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